La arquitectura biomimética está adquiriendo cada día mayor protagonismo en el diseño de sedes corporativas, especialmente tras el cambio de paradigma laboral que ha acelerado la pandemia.

Está claro que la covid-19 nos ha impactado negativamente en prácticamente todos los sentidos. Sin embargo, se pueden extraer conclusiones positivas de esta circunstancia adversa. A nivel personal, nos ha hecho más empáticos. Nos preocupamos más por el bienestar de los demás y también por el planeta. La pandemia nos ha enseñado a entender cuáles son nuestras prioridades.

¿Y en el mundo laboral? Sin duda, las empresas han adquirido otros aprendizajes que condicionarán el futuro del trabajo a corto y medio plazo y también la arquitectura de las oficinas.

Una de las mayores lecciones que estamos aprendiendo tras la pandemia es la enorme importancia que tiene el bienestar en las empresas, hasta el punto de que se habla de la “revolución del bienestar”. Sin un entorno adecuado, es imposible trabajar al máximo rendimiento. Por ello, las organizaciones están “cambiando de chip” para convertirse en ecosistemas en los que los profesionales puedan desarrollarse tanto a nivel personal como profesional. De hecho, actualmente las principales firmas ya están invirtiendo para transformar sus oficinas en lugares estupendos para trabajar.

Y en ese replanteamiento de los lugares de trabajo, disciplinas como la arquitectura biomimética en oficinas o la biofilia cada día adquieren más valor.

En un post anterior, mostramos proyectos de oficina con mobiliario de Ofita en los que se han incorporado conceptos de biofilia.

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¿Qué es la arquitectura biomimética?

Biomimética significa “imitar la vida”. Aristóteles decía que para lograr sus fines, el arte imita a la naturaleza. Hoy, no sólo los artistas, biólogos, arquitectos, ingenieros, físicos y otros científicos están diseñando y creando productos y artefactos capaces de replicar las formas y funciones naturales de los organismos.

Leonardo da Vinci, a través de su observación de la naturaleza diseñó elementos voladores que se habían inspirado en el vuelo de las aves, imitando la forma de sus alas. Otros ejemplos: robots que se mueven como insectos; tejidos ultrarresistentes inspirados en la telaraña o sistemas de alerta oceánica basados en ultrasonidos que emiten los delfines.

Este tipo de arquitectura se inspira en la naturaleza para crear edificios más sostenibles y más saludables para las personas, no para replicar puramente sus formas, sino para comprender las normas que la rigen.

Los huesos del cuerpo humano, por ejemplo, son cuatro veces más resistentes que el hormigón, con la mitad de peso; la tela de araña es cinco veces más resistente que el acero. Y además su proceso de producción no genera emisiones contaminantes.

Por ello, son cada día más los arquitectos que defienden la importancia del diseño y la necesidad de trabajar en armonía con la naturaleza, en vez de luchar contra ello. Y con ese objetivo, se apoyan en el potencial que ofrecen la biomimética y el diseño biofílico (integrar la naturaleza en el diseño) en pro de una arquitectura sostenible.

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Biomímesis en la arquitectura

El ser humano lleva siglos intentando imponerse a la naturaleza hasta llegar a exprimirla hasta el límite. ¿Y si en lugar de arrasarla intentamos comprenderla? Entender la manera en que la naturaleza resuelve los problemas puede ayudar a los arquitectos a crear edificios que funcionen en armonía con los sistemas naturales.

La aplicación de la biomímesis en la arquitectura no trata de copiar a la naturaleza, si no de inspirarse. Buscar ideas en el entorno natural para solucionar un problema. Ya decía Gaudí que el arquitecto del futuro se basaría en imitar a la naturaleza, ya que es “la forma más duradera, racional y eficiente de todos los métodos”.

Arquitectura biomimética, algunos ejemplos

Existen ejemplos muy atractivos, empezando por la propia Sagrada Familia de Gaudí y sus formas inspiradas en la naturaleza.

Otros proyectos muy interesantes de biomímesis en arquitectura son el Bosque del Sáhara, que minimiza casi a cero el sistema de residuos, o el edificio Johnson Wax de Frank Lloyd Wright, que evoca hojas de nenúfar que flotan en la superficie del agua.

Más ejemplos: El famoso Estadio Nacional de Beijing, diseñado por Herzog & de Meuron y compuesto de un marco de acero que se inspira en un nido de pájaros; el proyecto del edificio Chicago Spire, que se basó en la inspiración de la torsión del torso humano; el Cubo de Agua de PTW Arquitectos para el Centro Acuático Nacional; o el Pabellón Quadracci del Museo de Arte de Milwaukee, de Santiago Calatrava, que se abre y se cierra durante el día como las alas de una mariposa o el despliegue de una flor.

Pabellón Quadracci – Museo de Arte de Milwaukee

En definitiva, la arquitectura biomimética de oficinas se presenta como una interesante línea a seguir por la humanidad para asegurarnos un futuro más sostenible. Mientras más se asemeje nuestro mundo a la naturaleza, mayor es nuestra probabilidad de sobrevivir en ella.